"¡Lo tengo!", telegrafió a su familia.

Esta es una foto de mis padres después de su compromiso. Mi madre tiene 20 años y mi padre 23. Se conocieron hacía apenas unos meses. Mi madre vivía en Usquert. Cuando se quedó con su hermana mayor, conoció allí a mi padre. Él estudiaba en la Escuela Superior de Agricultura de Wageningen. Se enamoraron al instante.

Poco después de su compromiso, mi padre se negó a firmar la declaración de lealtad. También se negó a presentarse al Arbeitseinsatz (Despliegue Laboral ). Tuvo que esconderse. Mi madre se encargó de que se quedara con ella y su familia. Cuando ya no era seguro allí debido a las incursiones anunciadas, se escondió en otro lugar. Pero fue traicionado y terminó en el Campo de Amersfoort en septiembre de 1943.

Mi madre hizo todo lo posible para que lo liberaran. Se enteró de que había un "buen alemán" en La Haya, un tal Müller, encargado de los estudiantes del campo. Ella y su padre fueron a verlo, pero resultó ser el Müller equivocado. Los echaron de la acera con blasfemias. Mi madre finalmente encontró al Müller correcto y logró convencerlo. Firmó un Entlassungsschein (certificado de liberación) para el Campo de Amersfoort.

Desde ese momento, mi madre permaneció en la puerta del campo durante cinco días, desde la mañana temprano hasta la tarde, esperando a que saliera. Un oficial de las SS de guardia intentó convencerla para que saliera con él, pero ella no se inmutó. Era enero, con niebla y mucho frío. Estaba congelada hasta los huesos, y no pasó nada.

Ya nadie creía en él, pero mi madre mantuvo la fe. ¡Y tenía razón! Al regresar de otro largo día de espera, él acababa de llegar a su alojamiento temporal. Se habían extrañado. No se habían visto en cinco meses. "¡Lo tengo!", telegrafió a su familia en Usquert. Tanta emoción en tan pocas palabras.

Se casaron después de la guerra y tuvieron tres hijas, de las cuales yo soy la mediana. Mis padres tuvieron un matrimonio amoroso y armonioso, y crecimos en una familia muy unida y cariñosa.